Mover a Recibidos
Te paso lo poquito que he pasado a limpio de la historia. Espero que te guste.
La Voz Del Diablo.
By: Sora Suzuki & Rem.
Epígrafe Para Un Libro condenado:
Lector apacible y bucólico,
Ingenuo y sobrio hombre de bien,
Tira este libro saturniano,
Melancólico y orgiástico.
Si no cursaste tu retórica
Con Satanás, decano astuto,
¡tíralo!, no me entenderías,
O me juzgarías histérico
Más si tu vista, sin arrobo,
Sabe sumirse en los abismos
Léeme y aprenderás a amarme;
Alma curiosa que padeces
Y que buscas tu paraíso,
¡compadéceme!... ¡o te maldigo!
Prólogo:
Samael.
Levaba
milenios consumiéndome, atrapado en un poderoso vórtice de recuerdos y
remordimiento, que por el simple hecho de formar parte del pasado,
sangraban como una herida abierta.
En innumerables
ocasiones había intentado poner punto y final a mi existencia, de todas
las maneras imaginables e inimaginables, pero el mundo humano es pobre
en cuanto a recursos para matar a un ángel.
Y a pesar del
dolor y las muertes que había provocado, Azrael se mostraba de nuevo
ante mí ofreciéndome la oportunidad de enmendar mi error.
El péndulo de cristal oscilaba suavemente ante mis ojos desde el
extremo de la fina cadena de plata. Resultaba absurdo que algo tan
aparentemente hermoso y delicado hubiese sido capaz de contener a Luzbel
durante millones de años en las profundidades del Infierno.
Con la boca seca aparté mi mirada de aquél objeto y la dirigí a rostro marmóreo del otro.
-¿Por qué haces esto? – pregunté con voz ronca.
-
No quieras acabar la partida antes de que el peón realice el primer
movimiento – replicó desvaneciéndose en una neblina sanguinolenta y
dejándome con la palabra en la boca.
Me dejé caer
deslizando lentamente mi espalda por la pared acolchada de la habitación
y al llegar al suelo, me abracé las piernas y oculté el rostro en mis
rodillas.
- Hogar
Satoshi Hirano.
La lluvia cae empapando la arena
Del árido desierto
La semilla que concibe vida firmemente
Echa raíz.
La flor que ha florecido
es la flor del amor.
Ella conoce que es la soledad
De estar en el suelo.
Todo está sepultado, en el corazón perdido,
El tierno dolor y las lágrimas de haber amado.
El verdadero significado de la soledad
Es traído por la herida de estar locamente enamorado.
En un tiempo en que sin palabras
Las emociones hablan
La necesidad de uno es el origen
Del amor.
Respirando profundamente una y otra vez
Los sentidos quedan insatisfechos
Esta inútil realidad arrancada de sus manos
Es como si fuera un pecado
La lanza manchada de rojo de clava en la tierra
Como una lección marca el cuerpo.
El hombre no puede vivir solo y por eso
Busca al otro
Todo comenzó cuando se crearon las palabras
“No necesito nada más si por amor soy herido”
Fíjate, una vez escupes estas palabras has comenzado
(Ishtar- Girugamesh)
La música, desde que tengo uso de razón siempre ha
sido el motor de mi vida. Era el viento empujándome entre los omóplatos, una
voz que me susurra que aunque la vida a veces sea injusta y amarga y ponga
obstáculos para hacerte caer. Tienes que ser fuerte, apretar los dientes y
ponerte de nuevo en pie.
Avanzaba
por la calle con paso decidido mientras la canción resonaba en mis oídos y mis
labios la cantaban. La gente se me podía quedar mirando, era libre de hacerlo,
lo mismo que yo era libre de cantar.
Aquello que
otorga libertad a las aves son sus alas y mis alas eran la música y el
Stradivarius que guardaba en el estuche colgado a mi espalda.
Me dirigía
al Shibuya Extreme Ink, el estudio de tatuaje de mi tío. Aquella tarde,
Shinohara-san, la recepcionista del local había tenido que irse a prisa y
corriendo con su gata Ichigo al veterinario y él me había pedido el favor de
cubrirla hasta su regreso.
Una vez en
la puerta del estudio apagué el reproductor del Iphone y guardé con cuidado los
auriculares en el bolsillo del pantalón junto al móvil. Abrí la puerta y entré.
El estudio
estaba decorado al estilo burlesque y los colores que predominaban eran el
negro, el rojo y el dorado. En las paredes había enmarcadas fotografías de los
artistas del local y sus obras, así como de los mejores tatuadotes del mundo y
sus piezas más reconocibles.
Chantelle,
una de las tatuadoras que esperaba a su cliente me vio entrar y vino a
saludarme como acostumbraba; con un abrazo de oso y dos besos en la cara.
Sonreí sintiendo como se me encendían las mejillas.
Había
venido desde Brasil once años antes para comenzar una nueva vida con Yoshihiro,
su pareja, ambos eran artistas y mi tío les ofreció trabajo en el estudio tras
ver de qué eran capaces. Desde entonces ella era la hermosa musa Pin-up del
estudio. Tenía una delicada piel dorada, los ojos muy negros y tan grandes que
si uno no tenía cuidado, muy posiblemente podría caer en ellos sin escapatoria.
Era esbelta y tenía una forma casi hipnótica de moverse. ¿Cuántas veces no me
había quedado embobado contemplando su melena negra como la tinta o la
elegancia de su cuello delicado?
Huelga
decir que la mayoría de los clientes masculinos pedían ser tatuados por ella
pensando que tan solo se trataba de una cara y un cuerpo bonito. Lo mejor era
que cuando acaba su trabajo, ellos de iban doblemente satisfechos. Una chica
preciosa les había impreso en la piel una verdadera obra de arte.
- Hola, Williams-san,
muy buenas tardes – dije un poco turbado, no acostumbraba a acostumbrarme a su efusividad
– o quizá fueran las hormonas- ¿Podrías avisar a Tatsu de que ya he llegado?
- Claro que sí, cielo – repuso ella con una
de esas sonrisas suyas que provocaban que se me cortocircuitara el cerebro -
¿Necesitas algo más?
Le
devolví el gesto.
-Solo eso – respondí y
ella se alejó en dirección a las zonas de trabajo. Suspiré aliviado de que no
se me notara lo nervioso que estaba.
Me senté al otro lado del mostrador y abrí mi cuenta
de Facebook. Aquella mañana había sido etiquetado en una foto y por la ingente
cantidad de comentarios de los que se me avisaba, debía ser algo
particularmente insólito.
Abrí el
enlace a la foto y vi que se trataba de una fotografía de dos chicos. Estaban
sentados en lo que parecía la escalinata de una
colosal mansión. Ambos llevaban el mismo uniforme; americana y pantalón
negro, camisa blanca y corbata color Burdeos.
Ambos
parecían asiáticos. El que se encontraba a la derecha tenía el pelo castaño,
largo hasta un poco más abajo de los hombros, cortado a capas que le enmarcaban
la cara. Tenía los ojos color castaño claro, casi del color de la miel, rasgos
bien proporcionados y una sonrisa resplandeciente, autosuficiente y estudiada.
No me cayó nada bien.
El chico de
la izquierda también era bastante atractivo, pero parecía incómodo, como si
hacerse la foto lo avergonzase. Tenía el pelo negro cortado de maneta que un
lado del flequillo le cubriese el ojo izquierdo, pero en ése instante no
cumplía su función, eso me extrañó y quizá por eso me di cuenta de que lo tenía
de un gris muy claro al contrario que el derecho que lo tenía negro.
Entonces
llegó un nuevo comentario a la foto, lo busqué y lo leí:
Raúl
Contreras Bahamut: ¡Venga ya tío! ¡¿Cómo
te atreves a sentarte al lado de ésa cosa?! ¡Da grima… >______<
Con “cosa” no sabía muy bien a que se refería, pero
me lo empezaba a oler. Leí los otros comentarios y efectivamente se referían al
chico con heterocromía.
Satoshi
Hirano Strad-Dreamer: Puede que ninguno de vosotros se haya planteado la
posibilidad de que estéis criticando a un ser humano. Por cierto, la
heterocromía no es ninguna enfermedad contagiosa, pero la estupidez sí. Tened
cuidado de que no se declare una epidemia.
Escribí
sin poderme contener. Nadie se puede ni siquiera imaginar lo mucho que me
molestan este tipo de cosas.
Raquel Molina | |
Mostrar detalles
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario